2 de enero de 2009

Inercias (Parte II)

Espero no haber tenido contacto por única vez con la señora Yourcenar, sino que a raíz de esta gran lectura reúna el ímpetu necesario para revisar más textos dentro de su no reducida bibliografía. El presente fragmento se halla a inicios de Opus Nigrum, una de las primeras novelas de la escritora belga de habla francesa y el cual, a mi humilde parecer, es decisivo para activar motores y "engancharte" a este relato grandilocuente y lleno de elocuciones tan antiguas como el trayecto filosófico mismo del ser humano. Una novela que mezcla géneros y subgéneros, con un lenguaje directo y una preparación ampliamente documentada. Medievalismo y Humanismo a flor de piel, como para confrontar la inercia:
(...) —Yo voy hacia los Alpes —dijo Henri-Maximilien.
—Yo —dijo Zenón—, hacia los Pirineos.
Ambos callaron. El camino llano, bordeado de álamos, extendía ante ellos un fragmento del libre universo. El aventurero del poder y el aventurero del saber caminaban uno al lado de otro.
—Mirad bien —continuó Zenón—. Más allá de aquel pueblo, hay otros pueblos; más allá de aquella abadía, otras abadías, más allá de esta fortaleza, otras fortalezas. Y en cada uno de esos castillos de ideas, de esas chozas de opiniones superpuestas a las chozas de madera y a los castillos de piedra, la vida aprisiona a los locos y abre un boquete para que escapen los sabios. Más allá de los Alpes está Italia. Más allá de los Pirineos, España. Por un lado, el país de La Mirandola; por el otro, el de Avicena. Y más lejos, el mar, y más allá del mar, en las otras orillas de la inmensidad, Arabia, Norea, la India, las dos Américas. Y por doquier los valles en donde se recogen las plantas medicinales, las rocas en donde se esconden los metales, que simbolizan cada momento de la Gran Obra, los grimorios depositados entre los dientes de los muertos, los dioses que ofrecen sus promesas, las multitudes en que cada hombre se cree el centro del universo. ¿Quién puede ser tan insensato como para morir sin haber dado, por lo menos, una vuelta a su cárcel? Ya lo veis, hermano Henri, soy en verdad un peregrino. El camino es largo, pero yo soy joven. (...)
[Nota 1] Yourcenar, Marguerite. Opus Nigrum. Madrid, Suma de Letras, 2003, pp. 18-19.
[Nota 2] Mayores detalles: visitar Lunática Babel

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No he leido a Yourcenar, pero tengo en casa una novela corta de ella que voy a empezar hoy mismo gracias a tu comentario. Ya te contaré. Pablo MC

Laura Rosales dijo...

:D que genial es encontrarte por acá!

Unknown dijo...

Segurè pasando por aquì.
Te extraño, twin.
(k)

Anónimo dijo...

Yourcenar.
Su apellido nomás apetece. Gracias por el dato, Sfumato.

=D