6 de marzo de 2009

¿Y si todos saliéramos en la tele?

Gus Van Sant es un director mayúsculamente inquieto. En la mayoría de sus películas siempre se percibe un aroma de agobio, ansiedad por mostrar impetuosamente, sin resquemores. Acaso sea una explicación el tratamiento cuidadoso que intenta transimitir a su ganador filme Milk, con una estrella autónomamente resplandeciente como es el caso de Sean Penn. Y es que si ha de considerarse la labor en conjunción con el nivel de actuación que se ha tratado de pulir, sería necesario también comentar el valor que posee su ambiciosa To die for (conocida en su versión traducida como Todo por un sueño), en la que nos adentramos a un tema complejo, y además de ello, de la mano de una actriz versátil como lo es Nicole Kidman. En To die for la narración se establece como una diagramación ordenada de las espectativas de un público determinado: encuadres muy televisivos, preguntas osadas de una sola respuesta, rostros nerviosos y disimulados, espacios intencionales, es decir, un documental artificiosamente articulado, una forma amena, digerible y, sobre todo, veraz de discutir un tema que ha escapado de los límites de la credibilidad que la nueva televisión no desea y que debe mostrarnos.
Mas, el documental en sí y para sí abandonará ciertas pautas en los hechos sometidos al filtro de la seriedad y sumergirá lo narrado en las aguas de la privacidad: esa donde Suzanne planea su vida exitosa por sobre todo.
Iniciar este filme con un rostro, aún en instancias hostiles, de modo muy pausado y gestual, sólo nos hace pensar que la Kidman se trae algo entre manos, y que Van Sant, como en otra de sus distintas propuestas, está aclimatándonos para una escena febril próxima. Pero sucede que desde este acomodado soliloquio en el que un fondo muy claro y luminoso la acompaña, Suzanne Stone (pues siempre prefirió su eufónico apellido de soltera) habla espontáneamente de sus inagotables ansias de triunfo y de la desdichada suerte de su marido, y todo, repito, en el mismo fondo tan blanco como el futuro que desea y que ha de esperarla.

Suzanne no es, obedeciendo a la descripción, una mujer cualquiera. Vehemente y entregada a lo que desea, se muestra a sí misma como un personaje de carácter y deseos bien impuestos, pero también con ideas discutibles y, más aún, con prejuicios hacia grupos que ella no considera triunfadores. La protagonista no deja la gracilidad por ningún motivo, abandona la pose sólo en situaciones que urgen y se somete al juicio banal cuantas veces le sea posible; su modo de afirmar es hartamente ceremonioso y, mientras pueda sujeccionarse más al egocentrismo y la trivialidad, más cerca estará de lo que desea obtener. No sorprende su manera risueña de encontrar fundamento para algo insubstancial: "Yo creo que Gorbachev, ya sabes, aquel lider ruso, aún seguiría en el poder si se hubiera quitado esa horrible mancha de la frente [risas] lo digo muy en serio. Algún día lo entrevistaré y se lo comentaré, entre otros asuntos internacionales". A un año de haberse casado con Larry Maretto, Suzanne nota que sus intentos sólo la conducen por un camino largo y difícil, y que las nuevas imposiciones de su marido sólo la llevarán a un estanco total. Tal es la necesidad de obtener lo que busca que no repara en la idea de asesinar a su marido, utilizando para ello a tres adolescentes que ella contactó para un documental sobre la juventud. Uno de ellos, Jimmy, se aferra a ella por esa imagen pulcra y de muñeca Barbie que proyecta, y la acompaña en su odisea en pos del "progreso personal".
Es en tales circunstancias en que notamos un viraje no alertado de lo que estábamos apreciando, por lo que ella se nos hace más ruda en su extraña labor de acrecentar su ego, fuera de lo que antes ella misma se proponía: ser una esposa excepcional. ¿Cómo comprender a esta fanática de la fama y la autosuperación? Afirma esta misma en aquel prometedor video que la llevará a la cumbre del éxito: "Se los aseguro, algunas no saben quiénes son, ni quiénes quieren ser, hasta que es demasiado tarde, y eso para mí es una tragedia. Siempre he sabido quién era y quién quería ser. Siempre".
Pero no es para pensar en esta hora y media que Suzanne es la portadora definitiva de tan particular mensaje. Si bien, no apreciamos a otras Suzannes en el entorno de la tele que ella sueña dominar, sí notamos que ella es sólo una pieza más del engranaje. Aquellos productores libidinosos esperando felaciones provechosas a cambio de una oportunidad, o la misma mofa de los trabajadores en esta suerte de semblanza del mundo de Mattel nos reflejan la plastilina barata y frágil que es ser un americano de tele, pese a que Suzanne considere esta oportunidad como un medio de atraerlo todo para sí: "En América, no eres nadie si no estás en la tele. En la tele averiguamos quiénes somos. ¿Por qué hacer algo si nadie te ve? Si todos te ven, eres mejor persona".
Es natural pensar entonces que el mundo representado aquí se halle muy polarizado: sólo cabe resaltar el conflicto entre Janice, la osada patinadora y hermana de Larry, y la misma Suzanne, o, por qué no, las posturas incomprensibles de estos estudiantes conflictivos que resultan, al fin y al cabo, receptores de este mensaje globalizado que brinda el principal medio de comunicación actual: la tele. (en una intención por entenderlo más profundamente, recordemos el planteamiento de su posterior Elephant, de tema aún más crítico y enunciativo).

Esto es, grosso modo, la impresión si bien no totalmente decadente, pero sí crítica que Van Sant hace de los medios televisivos en la actualidad y, más todavía, de la imagen moderna que está produciendo la "industria de los sueños", tras esa cosa cuadrada y hueca que siempre ha de brindar "alguna solución". Debo de admitir que aunque con recursos originales y endo-referenciales y que el director plasme y sugiera sin agredir injustificadamente, el tema total decae con algunas pausas que, más que todo, intentaban recomponer los hechos. El asesinato de Larry o la misma atracción que impone Suzanne sobre los tres chicos se hace muy absorbente. Sin embargo, valen destacar por otro lado las actuaciones de Joaquin Phoenix y Matt Dillon.
En definitiva, la considero una película audaz y poco bulliciosa (en la medida de los temas planteados), e indispensable si se desea para comprender los filmes de madurez de Gus Van Sant y, por sobre todo, el trasfondo minucioso que los envuelven.

5 comentarios:

Gabriel dijo...

Hola Sfumato, este director te gusta por el aroma de agobio q desprende en sus peliculas, además si usa a Sean Penn, el ambiente de agobio y dolor extraño aumenta desesperadamente.

Hablas de encuadres televisivos, aún no veo esa película de la que hablas, pero supongo que será al estilo de las series americanas de estos últimos tiempos, como Friends y esas cosas... Blanco ansias de triunfo blancas... a veces esas ansias de triunfo son meras ilusiones, el viraje no alertado es natural, la no alerta es tan natural, además si hubiera sabido esto:

"Se los aseguro, algunas no saben quiénes son, ni quiénes quieren ser, hasta que es demasiado tarde, y eso para mí es una tragedia."

Si hubiera creído en eso, todo sería diferente. La imagen que produce la industria de los sueños
es como el frío relato de la
imaginación moderna.

Gustavo Ochoa Morán dijo...

Gracias por tu comentario Gab. La peli despertó mi curiosidad hace regular tiempo, no sólo por el hecho de estar Nicole kidman en el reparto.

Traté de encontrarla dentro de páginas de películas online, pero no está. Quienes deseen descargarla, aquí hay un link donde se halla completa:

http://itjustbegan.wordpress.com/2009/01/15/to-die-for-todo-por-un-sueno/

Los subtítulos están es esta página:

http://www.subdivx.com/X7XNDk4NA88X-descargar-subtitulos-to-die-for-1995-X1X.html

Rosa Elisa Chávez Yacila dijo...

A mí me gusta mucho Gus Van Sant, ingenuamente, quería que gane el Oscar a mejor director, no ese truquero de Boyle.

Miguel Flores-Montúfar dijo...

¿Su cumpleaños, S? ¿Y no dijo nada? Tenemos que reunirnos, conversar. En realidad, tenemos que reunirnos para que yo lo pueda escuchar: de usted se aprende, siempre.

Ese tipo de cosas me emocionan. Sería un premio consuelo para usted y un gran regalo para mí, porque mi cumpleaños (como el de GGM, MVLL, el Oso Naranja y usted) también es en marzo.

El 27.

Un abrazo,

M

Pablo Martín Carbajal dijo...

ey Gus, películas muy guapas que he visto últimamente: Revolutionay Road -fantástica-, También muy interesante: Gran Torino y por último una francesa que fui a ver el sábado: la clase. Las tres altamente recomendables, abrazo! Pablo