24 de mayo de 2009

Un gato enfermizo y un llanto nunca colmados

Sobre las cosas que guardo por decir acerca de la novela gráfica como género, tal vez sea todo muy mínimo debido a mi poco acercamiento a ésta, es que si bien contamos en el exterior con un manejo avasallador de las imágenes y la explotación publicitaria del arte de las viñetas, igual es algo que tardaría en consolidar por tratarse, a mi parecer, de una opinión más especializada. Acaso por la relación con las técnicas narrativas muy bien explotadas en la literatura o el cine sucederá que con El asco, novela gráfica de Diego Agrimbau y Dante Ginevra, habré de referir a muchos recursos concatenados de otras artes y que vengo advirtiendo también de otros trabajos de este tipo. Si bien en su manejo estructural de la viñeta y en los encuadres habrá de parecer un cómic estandarizado, sucede que esta historia entra en los cánones de la nueva forma de hacer historieta, acercándose a los parámetros temáticos (no los formales) renovados por el cómic underground; tanto el tratamiento de los personajes como las secuencias altamente psicológicas llevadas a un apogeo por el flash back dan cuenta de una seria inserción en el realismo de vanguardia.
El asco narra la vida aletargada de Daniel, un hombre llegado a los 29 años, con una alteración física y emocional producto de un accidente. Su vida de estudiante de Bioquímica se detiene tras quedar rengo. Continúa viviendo solo en un lugar apartado de su familia, sin concebir un plan determinado deja pasar los días y las horas en una rutina desconcertante, hasta que conoce a una chica que quizás posea tremenda desdicha que él carga sobre los hombros.
Esta percepción de atlante desasosegado se hace visible cuando Daniel desea asistir en todo mínimo obstáculo que envuelva a Natalia, la vecina ciega que quizás lleva la misma rutina que él, sin emabrgo se da de bruces con la independencia que ella expresa y por la que de pronto nacerá el asco, el rostro de indeferencia de ella sumado a su propia agonía de multiplicar los dolores como una colección de males fulminantes. Daniel refiere a una terrible angustia que le aprisiona aún cuando por un intento de automotivación decide sortear desventajas y acercársele, a lo que ella responde con mejores ánimos, acaso por la notable soledad que la invade. Es así que ambos deciden conocerse con el sombrío tacto que pueden aplicar, ella por ser invidente, él por la autodestrucción de sus numerosas conmiseraciones. Será la prontitud de sus necesidades que hará vislumbrar nuevas actitudes en los dos, y de nuevo el asco aparecerá, pero no será el mismo angustioso agotamiento.
Nos encontramos con una historia sobre las asperezas de la forzada idealización, la falaz personificación de ella y la búsqueda desalentadora de la autenticidad. Los personajes de esta novela no son lindos, como se autodefine Daniel en sus primeros tímidos filrtreos, y terminamos creyéndole: los personajes son más bien naturales, rudos, elaborados con un toque de presión orgiástica, son obsesivos y su autorepulsión los hace acercarse y amarse, desde este dueto principal llevado por la discapacidad de confrontar el mundo a sus anchas, hasta los elementos que le rodean. Como Rotundo, el gato enclenque que merodea la quinta argentina que es ambiente de recreación, éstos urgen de un lugar calentito donde guarecerse, quizás de sus temores mismos. Los creadores lo afirman en relación al protagonista: "Daniel está cruzando una calle. Una ruta. Una mirada. Teme. Huye. Llora. La desgracia es una cápsula donde ha encontrado un refugio indigno pero cálido. Su obsesión es la única fuerza que lo impulsa para moverse, para avanzar, para comenzar a caminar nuevamente hacia alguna parte. Es entonces cuando decide cruzar la calle por primera vez."
El llanto resulta entonces la materialización de aquella diferencia o contraste emocional, las dos mismas tragedias a fin de cuentas, pero distintas batallas a pesar de los intentos unitarios. Un llanto que le viene sin razón al ver a una mujer tan bella después de dormir con ella, pero que igual resulta eso: una desdichada más en el trastabillante eco de la noche, otro gato enfermizo maniatado y que no halla el calor verdadero para iniciar los primeros pasos seguros. El llanto, hasta el final de los tiempos prósperos nunca habrá de colmarse.
Realizada en unas gamas suculentas a la vista (dando la impresión de una retrovisión urbano-realista) y con unos personajes de notoria raigambre psicológica, El asco es una historia, por todo lo dicho, atrayente y sofisticada en imágenes cotidianas y anímicas, que la hacen una lectura que valdrá la pena tomar en consideración, si es que se desea ampliar nociones más puntuales sobre el actual rumbo de la historieta en América Latina.

6 comentarios:

Mi Alter - Ego Super Espiritual dijo...

Excelente reseña de la Novela grafica...la tematica es natural y personajes imperfectos como es en la realidad, pero como apreciación personal aveces a que abrirse al cambio, cuando uno se enamora se rompe el status quo uno cambia, empiezas a ceder, dintentas disfrutar...se supone que es agradable de por si el amor lo es. Creo que ahi falla el autor...pierde ese punto de la realidad...las personas se pueden esforzar para lograr eso que anhelan...

que estes muy bien.

Donna di malaffare dijo...

escribes muy bonito y tu blog esta increible!! saludos desde Mexico y espero te puedas dar una vuelta en mi blog :D

Anónimo dijo...
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Medea dijo...

Natalia es como yo: "ciega" pero no boluda.

Gustavo Ochoa Morán dijo...

Yo sería Homero, pero más apolíneo y homosexual que cualquier aeda.

Pierre dijo...

el otro díaaa estaba con Kara en la librería Contracultura y viiiii EL ASSSSSSCOO!!! aalaaaa, esa novela yo la seguía todos los martes en Historietas Reales, es una de las mejores cosas que he leído en comic!!! ese día no me la compré pero volveré por ella. yyy justo cuando íbamos de viaje a cañete con K en el buss, el asiento de adelante tenía un hueco, como el del tipo xD y le conté a kara y dijo wuaaaaa