3 de mayo de 2009

La añorada ingravidez

Con su última publicación Salman Rushdie retoma las sendas temáticas en conflicto y retrata un tiempo y espacio históricos para hablarnos de algo comúnmente visto: el confrontamiento ideológico y la búsqueda de espacio de realización. Este último trabajo, La encantadora de Florencia, maneja los códigos de una Europa que aún comienza en su expansión por los territorios indios, allí donde el contacto todavía no ha tocado fondo.
De similares ambiciones consta su anterior libro de cuentos Oriente, Occidente, acaso la publicación más variopinta y diversa que ha otorgado a sus lectores, en tanto que enfatiza los temas e íconos con que nos tiene acostumbrados y deleitados desde sus inicios en la escritura. Para esto se parte de la estructura del libro, dividida en tres, y en la cual los cuentos se hallan separados por la intensidad de sus contenidos, en tales casos, los mundos por representar y comprender que son Oriente y Occidente, y finalmente el contacto entre ambos.
Rushdie, en el recorrido interesante por los nueve cuentos que conforman el texto, traza historias con un horizonte claro (puede haber talvez muerte o destrucción, pero no tragedia; para ello qué más tragedia que la vida). Los personajes implicados en sus relatos son receptores de códigos morales y religiosos, individuos que intentan sobrevivir también, cada uno en el cosmos que le ha tocado sobrellevar y del cual, en algunos casos, no logra huir. Del lado de Oriente, un relato interesante es "Un consejo es más raro que un rubí", en el cual un sujeto marginal escapa día a día de la pobreza embaucando a mujeres desesperadas por salir del país con un permiso del consulado. Como contraste en la historia aparecerá una mujer maltratada por las tradiciones, pero muy paciente ante las circunstancias. Este hombre entrado en años caerá ante los encantos de esta elegante mujer.
Como explicaba, Rushdie acostumbra a mostrar en sus historias la tenue fiabilidad en el horizonte añorado. En sus novelas más amplias y polémicas (que serán tema de análisis en otras reseñas) existen paradigmas que retoma y desenvuelve con distintos manejos, sin llegar a lo ensayístico. Y es que es notoria su necesidad por emplear un lenguaje decoroso y hasta barroco por la minuciosidad de lo expuesto, pero sin intentar brindar alternativas de escape o auxiliar a sus personajes. Rushdie, en tal caso, abusa del ojo omnisciente, pero en el grado de mirarlo todo exploratoriamente.
Su novela Los Versos satánicos expone un desarraigo inapelable en los personajes; uno de ellos, Saladim Chamchawala, huye de su padre pues no logró adaptarse al lugar del que procede y porque la dominación de él le aberra tremendamente. Este desarraigo por la autoridad inexorable es la que marca el rumbo del Oriente, pero no en todos los casos arbitrariamente. Otro de los relatos (quizás el mejor de todo el conjunto) tiene como título "El pelo del profeta", y narra la anécdota de un prestamista correcto y tolerante que un día hallará en un lago cercano a su residencia un cilindro de cristal conteniendo el pelo conservado del profeta Mahoma, reliquia que acababa de ser robada de un Templo y la cual pretenderá conservar en secreto dentro de su colección de objetos, sin considerar los estragos psicológicos y físicos que éste provocará en él.
Todavía llevado por los recursos narrativos del realismo mágico, Rushdie inquieta con historias asombrosas dentro de la iconología de cada cultura, con la salvedad de emplear este lenguaje tan nutrido con el fin de mostrar la posición del sujeto receptor que sólo busca prevalecer y definir su status de ser con privilegios o con poder de adquisición. En definitiva, el mismo ser humano actual en el conflictivo medio social actual.
Tal sería el caso de Occidente y el relato "En la subasta de las zapatillas rubíes", donde emplea un conocimiento mínimamente estándar para demostrar, sin muchos paliativos verbales, la condición de necesidad o urgencia por poseer un inalcanzable medio de retroceso o de evacuación; como las zapatillas de rubí que sacaron a Dorothy y a Toto de Kansas, obtener la añorada ingravidez que nos fue negada para ir detrás de lo que, errando y errando, nunca conseguimos antes.
El autor fuerza el bolígrafo tal vez para que los textos no resulten demasiado enunciados, demasiado detallados, sin atisbos de solución ni de tragedia. Ése, creo yo, que es su indubitable mérito, entregar una historia picante y pujante en íconos mentales durante los minutos que dure la lectura sin invadir el terreno de lo prosaicamente explosivo. De igual modo ayudaría a entender la viabilidad con que explaya el tema de la presión social y cultural de Oriente (la india, específicamente) mostrando las conjeturas y diálogos de dos compañeros espías que actúan y se comunican con el vocabulario galáctico de Star Trek ("Chekov y Zulú"), sorteando indirectamente por las sinuosidades de una sociedad musulmana de códigos marcados por el proceder disociado y ajeno.
Cuales sean las interpretaciones dirigidas hacia la obra de Salman Rushdie, resulta necesario valorar el universo tratado de modo ampuloso en la medida de que los recursos empleados (el humor negro, la iconicidad, lo alucinógeno en la narración, la onomatopeya suprarreal, el erotismo desenfadado) son una suma de puentes por medio de los que el resultado no desea ser definitivo ni insuperablemente acertado, sino una propuesta o visión más, un horizonte de supervivencia y desahogo, considéresele moral o no. La elección de los lectores nunca deberá ser unitaria.
[Nota] Para todos los interesados, se puede descargar el libro completo en archivo *doc aquí. Más detalles sobre su última novela, La encantadora de Florencia, en La Vanguardia.

3 comentarios:

Gabriel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gabriel dijo...

Me voy Sfumato, es por el odio latino... adiós.

Gustavo Ochoa Morán dijo...

Todos estamos en un insospechado vaivén, querido.
No definimos ni el oriente ni el occidente, es raro pensar.