20 de diciembre de 2008

Aquella terca mujer

Cuando hace más de dos años conocí a mi querida Benggi, atraveasaba una etapa de desahogo personal. De entre muchas cosas, denominadas quizás con el mismo "floro", escribía poesía, me manifestaba con todos los medios posibles, leía inconteniblemente, apreciaba imágenes, interpretaba palabras, graficaba mis ansias... prácticamente hacía todo como un demente reformado a punto de perder la adolescencia. Para esa época cursaba un molesto ciclo en la Pre de San Marcos, en fin. Todo se me volvió "verde" en esos ya remotos tiempos (reverdeciente, verduzco, opacamente fértil, etecé).
Benggi y yo nos conocimos bajo las mismas circunstancias: "manyando" en el salón a nuestras insuperables competencias. Así, sin querer, terminamos mirándonos cara a cara, pensando: "¿Y éste(a)?". Vaya conflicto superado: nos hicimos con el tiempo grandes amigos. En los terribles designios del azar, las malas rachas, los exámenes, las lecturas, el sabroso recorrer de las palabras, todo se hizo aún más enriquiecedor en la medida que conocíamos más gente y nos alentábamos en muchas cosas, principalmente en nuestras edulcoradas e inciertas carreras literarias.
Benggi y quien escribe seguimos ahora rumbos distintos, y sigue patente con el tiempo que aquella terca mujer nunca hizo flaquear esa cualidad tan suya que hoy (y espero en adelante) le ofrecen los mejores frutos para su carrera, su vida, su desarrollo íntegro, y todo el floro que ella perdonará omito por un desentendido pudor. Igual, aquella terca mujer tal vez desconozca este otro deseo de transmitir mi admiración ante sus múltiples logros (si es que piensa aún lo contrario de mi anterior iniciativa bloguística), pues quizás una de estas cualidades que me emocionan de esta cara señorita sea la de comunicarse tan directa y febrilmente mediante sus bellos poemas.
Para los que hayamos apreciado el valor de sus poemas años antes, me alegrará que no tomen como exageradamente halagüeñas estas palabras, y los que no, pues igual pienso dejar este escrito suyo que ya antes publiqué pero que no consiguió mayor difusión por la indisciplina desfasada. Si no os molesta, mujer, esta sfumatada no ha de ser muy larga, no más que vuestra heroica terquedad, no lo creo.
Carta a Maily
(Desde la ventana de la desesperación)

Ayúdame ahora
que las pesadillas han vuelto
a sacudir mis cabellos
con su concierto de gritos
fantasmas tristes y ahogados
recréame a tu imagen y semejanza
y hazme fuerte
amor AMOR AMOR AMOR amor
dame de beber los secretos que ignoro.
Ángel mío
quiero ser ahora tú
y tú has de ser yo
sin malestares
vestirás de celeste
te enojarás con el espejo
caminarás vidente
entre tus muertes anunciadas
y no realizadas
cogerás con Satán
cuantas veces quieras
pero llegarás temprano a casa
para darte una ducha.
Y yo cuidaré de los enfermos
y restañaré cada herida
de mis muñecas desquiciadas
besaré un poco de ti
en el único hombre que has amado
y lo haré mío para ser más tuya.
Sálvame en mi angustia
porque soy un monstruo
y te quiero
y tú me quieres.
Y esta noche
la esquizofrenia me tiene en sus garras
y no hay forma de huir
solo / sola a tus recuerdos
desde el momento que abandoné
a la puta
y salvé al ángel
sólo para ti...
* * *
[Nota] Poema de Benggi Bedoya Rosales, estudiante de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicado en la revista chimbotana Mundo Cachina.

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