Puede que la espera no haya sido demasiado duradera: un par de libros recién fotocopiados, anillados en tan sólo unos minutos; sin embargo, mi presencia en la nueva banqueta incomodaba a dos contrariados personajes en dispar, ceremonioso e indescifrable combate.
Guau, Guau, a mi lado, una diminuta y austera resonancia, la onomatopeya chillona e imperceptible ante el gentío de un chitzu, caramelo el pelaje, hendidos los dientes, notoria la rabia. Guau, guau, el dueño que observaba distraido y disimulante las posaderas de la fotocopista; fulgores de luz por una esquina, serpenteos del plástico negro hilvanando el papel por la otra. Sufría solitario el chillido que desentendía como mi aplicada forma de olvidar pasiones extranjeras en el veraneo circunstancial que son Lima y sus calles oscuras. Guau, guau, me hartaba de su cara de monigote mientras el adversario, bobalicón y sucio, respondía con un abstraído silencio.
El dueño no suelta al canino. Guau, guau, el reclamo. El dueño hala de la correa, un jalón de medio segundo, y el guau-guau se detiene al fin. El contrincante, aburrido, acaba de huir.
-Gustavo, tus libros- me grita la fotocopista.
Guau-guau, quiero balbucir. Y desentenderme de todo.
5 comentarios:
Cuidado con la rabia.
Sí.. Chagall.
Lo adoro :)
Habla sFUMAto, oe añádeme pe pa hablar: almacortada@hotmail.com
Y... ah, disculpa pero la palabra es ONOMATOPEYA, no onopatopeya. Es muy bacán la visión q puedes tener n un segundO al sacar copias, sería tan fácil todo si uno se pudiera desentender, tú puedes hacerlo ?
como cuando uno grita y grita y nadie oye nada.
simpático tu blog, lo veré de vez en cuando
Publicar un comentario